En la tarde del Jueves Santo, la Hermandad de las Cigarreras de Sevilla hace su estación de penitencia con los dos titulares que conocemos hoy día: el Cristo atado a la columna y María Santísima de la Victoria. Sin embargo, hubo un momento en la historia en el que en el cortejo figuraba un tercer paso.
Procesionaba en segundo lugar, tras el Cristo atado a la columna. Portaba al Cristo de la Púrpura, un devoto simulacro procesional que presentaba a Jesús en el suelo, recogiendo su túnica tras los azotes. Esta es una iconografía que en el Barroco, será muy representada, no solo en escultura, sino también en la pintura.
El primer rastro que tenemos de la talla, lo encontramos en 1664, cuando la hermandad estaba establecida en la parroquia de San Pedro. Se trata de un manuscrito del encargo de una urna y un paso para el Cristo de la Púrpura, encomendados a Pedro de Borja y Pedro Camacho.
Esta escultura fue retirada del culto debido a su mal estado de conservación, y la última vez que procesionó fue en 1878, cuando la cofradía estaba en la Iglesia de los Terceros.
Finalmente, en el siglo XX, se le acaba perdiendo el rastro a la imagen. Fue entregada al escultor Emilio Pizarro y Cruz, a cambio de que realizara un San Juan Evangelista para el altar de Quinario.
Es posible que posteriormente fuera cedida a alguna otra cofradía, y que por dicho motivo hubiera sufrido varias remodelaciones que complicarían aún más su identificación. Aún así, nos queda el valioso recuerdo de una original talla que en su día formó parte del cortejo de la cofradía.