Fuente: Web corporación |
Este Crucificado fue encargado por la corporación al escultor Antonio Ruiz Gijón el 1 de abril de 1682, como figura en el contrato notarial. Es un Cristo que mira hacia el cielo, que parece suspirar, reflejado el preciso momento en el que expira su último aliento antes de morir. A estos años precisamente nos remontamos, al siglo XVII en Sevilla, concretamente en el barrio de Triana.
En dicho barrio sevillano, en una zona llamada la Cava, se situaba un asentamiento gitano. Aquí vivía un hombre de unos treinta años, al que se conocía como Cachorro.
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Un acaudalado residente de la ciudad, comenzó a sospechar que este hombre era el amante de su esposa. Los celos llegaron hasta tal punto, que este señor, sabiendo que el gitano iba a visitar la venta Vela, lo esperó allí y le dio siete puñaladas, provocándole la muerte.
Se dice que el escultor presenció este acontecimiento y vio la agonía del moribundo, esbozando a carboncillo en un papel un retrato del asesinado. Cuando retomó su trabajo, plasmó la expresión del Cachorro en la talla de un Cristo que, al igual que ese gitano de la Cava, se encontraba en sus últimos instantes de vida, expulsando su último aliento.
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La justicia investigó acerca del asesinato cometido, llegando a demostrar que el gitano no iba a visitar a ninguna amante, sino a una hermana bastarda, y que no había manifestado su inocencia por temor a dañar el honor de ella, dada su condición de gitano.